
Dormí y respiré y escribí cosas que no tenían ningún sentido.
Después me senté a tejer colores, figuras. Seguí escribiendo e ignoré.
Balbucee un par de risotadas y seguí tejiendo, luego seguí riendo hasta que decidí viajar en avión.
Me lamenté, recuperé la calma, escribí, y tejí.
Fingí odiar, miré el vacío, tejí y evité por un minuto que todo se fuera de mi.
Entonces seguí tejiendo, y tejí porque le encontré el hilo a la vida.
Luego olvidé y recorrí el mundo.